sábado, 8 de enero de 2011

Crítica sobre SKYLINE por Juan Carlos Paredes

Cuando Independece Day invadió las pantallas de todo el mundo en 1996, fui uno de los pocos, en España al menos, que la defendió a muerte allá por donde requirierón mi opinión, y donde no también. Y disfruté como un enano con Monstruoso (correctisima traducción de su título original Cloverfield), de la cual escribí, textualmente: "La invasión alienígena más fresca y original de los últimos diez años". Es decir, que no soy sospechoso en el tema. Me encantan este tipo de productos, no les pido demasiado y con poquito que me ofrezcan soy feliz. Pero, hombre, con poquito. El problema de Skyline es que, si les quitamos los efectos visuales, que sí, que están chulos, pero nada más, nada especial ni diferente, no tenemos ni ese poquito.
He leído críticas abrasivas que catalogan Skyline como abyecta, mala de solemnidad, aburrida. Yo no estoy del todo de acuerdo. Cierto que es mala con avaricia, pero reconozco que yo pasé un buén rato descubriendo incoherencias en el guion y riéndome con sus personajes ridículos, sus actores de pacotilla y sus diálogos  hilarantes. Lo grave del asunto es que no era esa la intención de sus directores. Por cierto, dicha dirección es una de las peores que recuerdo en los últimos años; a la altura, no seamos injustos, del desaguisado que perpetraron tras su debut tras las cámaras: Aliens vs. Predator 2. En aquella ocasión, dijerón, creo recordar, que el estudio les estropeó la película. A ver que dicén ahora. En breve, que Skyline haya tenido distribución cinematográfica en detrimento de otros títulos mucho más dignos que ni siquiera llegan al circuito DVD es como mínimo vergonzante (para los de la LOGSE, de vergüenza).
Skyline contiene una escena de acción.
Una, y punto (cuando intentán escapar del edificio). El resto de la función no pasa de un grupo de personas hablando, peleando y corriendo alrededor de un telescopio. Muchas lucecitas azules, mucho humo, unos bichos estrafalarios por no decir estúpidos y un argumento que no pasaría de un test de alcoholemia. De los personajes lo mejor que se podría decir es que murieron luchando de forma anónima y desinteresada: algunos de ellos aparecen de repente y son eliminados tan pronto tienen oportunidad. En paz consigo mismo, sin hacer mucho ruido. No nos da tiempo ni a quedarnos con sus caras, vamos. No mucho más conseguimos simpatizar con la pareja protagonista, cuyas vidas o muertes nos tienen sin cuidado, la verdad. Y no me hagan descubriles por favor la calidad interpretativa de los secundarios, para los cuales no consigo encontrar los adjetivos calificativos adecuados sin herir sensibilidades.
Y termino: Skyline es pastichera en el sentido más peyorativo del término. Tiene una batalla de navecitas extraterrestres con aviones terrestres indiscutiblemente peor que Independence Day. Los bichos informes y enormes son infinitamente superados por el de Monstruoso, cuya fealdad contribuía a dar más miedo, si cabe. Y todo ese asunto de personas encerradas en un medio más bien apretado, acechadas por criaturas que quieren  comérselos recuerda sospechosamente a La niebla de Stephen King, pero el concepto del encierro, razonando de sobras sus motivos, marca la diferencia a favor claramente de La niebla de Stephen King.
Con respecto a... ¡vaya!, algún día tenía que pasar: se me ha acabado la hoja...

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